Cómo gestionar el cambio

Gestionar el cambio

La aventura del cambio

A menudo nos embarcamos en retos que suponen un cambio, más o menos grande, en nuestra vida, pero que nos llenan de entusiasmo porque pensamos que, si lo conseguimos, nuestra situación mejorará.

Y, con toda seguridad, será así… Quizás la mejora no venga de la forma inicialmente imaginada; pero si emprendemos el camino de forma consciente seguro que habrá una mejora derivada de todo el proceso, de los obstáculos que hemos tenido que superar, de las decisiones que hemos tenido que tomar, de los aprendizajes que hemos podido extraer.

No obstante, no todo el proceso de cambio es un camino de rosas y alegrías, sino que, a buen seguro, te encontrarás una o varias etapas difíciles, en función de la envergadura del proyecto, que pondrán a prueba tu voluntad, tus deseos y tu confianza hacia ti y hacia lo que estás haciendo.

En este post te cuento cómo gestionar el cambio con eficacia: cómo transitar por estos momentos difíciles y también cómo acompañar a otras personas que estén pasando por ello de forma útil y beneficiosa para ella.

La dificultad del cambio

Todo parece ir bien y, de repente, un pequeño cambio parece que lo echa todo al traste. Se nos viene el ánimo abajo y aparecen las dudas: “¿Seré capaz? ¿Estaré haciendo bien? ¿Realmente valgo lo que pienso? ¿La gente me valorará igual? ¿Podré salir adelante? ¿Y si no lo consigo?…”

Conscientemente, podemos identificar este momento como la trampa de la mente, el juego del automatismo mental. Es el momento en el que aparecen los miedos, la baja autoestima, las inseguridades, etc.

Es el gran momento de duda que aparecerá y que hay que atravesar. No es algo malo, sino todo lo contrario:

La dificultad es el gran momento para superarte a ti mism@.

Sí, también es el momento en que podemos venirnos abajo… cuando muchas personas se echan atrás porque no confían o no creen suficientemente en sí mismas.

El salto al vacío

Seguir hacia delante es un salto al vacío. No sabemos a ciencia cierta el resultado, pero si sabemos en qué momento del proceso estamos y que este mar de dudas forma parte natural del mismo, podemos continuar… como si todo estuviera saliendo tal como queremos… continuar trabajando, haciendo lo que hay que hacer… aunque las dudas, miedos e inseguridades pululen por la mente como música de fondo.

¿Negarlas? No. Están ahí, las oímos, las sentimos, las padecemos, las reconocemos, las damos espacio para expresarse… pero continuamos, no dejamos que tengan más poder que nuestro valor, que nuestro deseo más profundo, no dejamos que se salgan con la suya… y así lo atravesamos…

Este no es momento de decidir seguir o abandonar, sino de transitar las emociones que aparecen.

Es el momento de entrar en contacto con el observador consciente. Observar y observar cuanto ocurre sin dejar de actuar, tomando nota de todo sentir… aprendiendo cómo es el proceso personal de cambio… así es como superamos nuestros miedos e inseguridades… Sin paralizarnos… continuando, a pesar de su presencia…

Cuando las emociones y pensamientos que nos restan energía y confianza están presentes, solo hay que observar, tomar nota de cuanto ocurre y reeeeespiraaaaaaar…

Después de la tormenta llega la calma

Posteriormente, una vez que la emocionalidad se haya calmado, podremos:

  • repasar la situación de lo vivido,
  • tomar consciencia de los logros obtenidos hasta el momento,
  • contactar de nuevo con nuestro reto y con la motivación para ir hacia él,
  • ver si tenemos que introducir algún cambio en la forma en que lo estamos haciendo y
  • decidir si queremos continuar o abandonar.

Todo estará bien, porque será tu decisión tomada desde la calma y la consciencia, desde tu sabiduría interior y no desde el automatismo.

Lo importante es permitir que salgan las emociones y pensamientos que nos condicionan y esperar a tomar las decisiones en momentos de calma y lucidez.

Las ayudas

Es habitual que en esos momentos difíciles llegue una llamada amiga, un familiar… alguien que te quiere y te pregunta “¿qué tal estás?”… y tú le cuentas cómo te sientes…

Entonces, la persona, que te quiere ayudar y animar, comienza con su discurso: “Bueno, eso es normal” “No pienses así…” “Lo que tienes que hacer es…” “Sigue adelante”, “no te dejes vencer… “ “Yo que tú haría esto…”

Gracias, gracias y mil gracias… pero eso no es lo que necesito oír en este momento…

No necesito que resuelvas mis problemas, ni que intentes convencerme de que todo irá bien, ni que trates de animarme en este túnel de oscuridad…

Solo necesito que me escuches,

que recojas mi sentir,

que me permitas expresar mis miedos,

que me acompañes mientras brotan mis lágrimas…

y, si acaso, que me hagas alguna pregunta que me ayude a reflexionar…

Nada de consejos, nada de frases hechas, nada de querer cambiar este momento…

… es perfecto como es para que yo conozca mis resistencias y mis saboteadores… y cuando los conozca, podré seguir adelante, incluso con ellos…

Cada momento de duda que atravesamos es una oportunidad de conocernos un poco más.

Es un momento que nos hace más fuertes, un momento en que podemos levantarnos de nuevo después de caer… aunque si estás en el observador consciente, tal caída no acontece, sino la observación de la caída y el levantar desde el asiento inamovible del observador… Ahí está el equilibrio… la clave… Ahí está el anclaje… la Sabiduría Interna, el Ser

Experiencia personal: el efecto contrario.

Desafortunadamente, todavía es muy habitual querer escapar de estos momentos difíciles y las ayudas que damos o recibimos en estas situaciones, a menos que estés entrenado para ello, a menudo no son más que intentos frustrados de querer llevar a la persona a otro estado… sacarla de la tristeza, del hundimiento, del sentimiento de fracaso…

Mi experiencia es que esto no ayuda en absoluto, sino todo lo contrario. Me lleva a dos posibles estados que empeoran igualmente mi situación:

  • O, además de los miedos, inseguridades y dudas, me siento culpable: no debería sentirme así, debería ser más fuerte… saber que esto es normal y no sentirme mal porque he trabajado duro y no he tenido el resultado que esperaba en este momento…. ¡Con todo lo que ya sé y todavía me siento así!…
  • O entro en la ira: “Todo lo que me estás contando ya lo sé… siento que me tratas cómo si fuera estúpida… no me estás descubriendo nada nuevo…” ”¡Y encima no puedo expresar lo que siento en este momento porque tú estás con tu “brillante” discurso!… Por si no te has dado cuenta, eres tú quien no se orea de lo que está ocurriendo… ¡¡¡Deja ya de hablar!!!”… Me siento estúpida… porque yo misma pienso que no debería sentirme así y tú me lo recuerdas con tu discurso…

La solución para no llegar a estas emociones que empeoran la situación es permitir que afloren las anteriores.

… dejar salir el miedo, las inseguridades, las dudas… expresarlos, sentir el nerviosismo que generan en mi cuerpo, verme saltando de un pensamiento a otro sin sentido, sentir mi vulnerabilidad, ver cómo me coloco a la defensiva, cómo me encierro en mí misma, cómo reclamo una solución desesperada…

.. y cuando permito que todo esto ocurra, sola o con el apoyo de los que me rodean, es cuando llega la calma

Entonces puedo ver el tsunami que acaba de pasar dentro de mí y me doy cuenta de que “ya ha pasado”… de que la mayoría de esos miedos vienen de situaciones pasadas que temo que se repitan o de expectativas sobre el futuro que no sé si se cumplirán o no; pero en realidad, yo estoy bien ahora. Tengo más experiencia y conocimientos que en el pasado y aunque viniera una situación no deseada que ya he vivido con anterioridad, mi forma de afrontarla sería diferente porque yo ya he evolucionado desde entonces…

Todo ha sido producto de mi mente, de mis pensamientos y de mi cuerpo, que ha atravesado un montón de sensaciones que no me agradan… pero ya han pasado…

Ahora tengo la tranquilidad, la consciencia y la sabiduría para reconectar con mi objetivo, ver si quiero seguir a por él o ver si tengo que hacer algún cambio…

El aprendizaje del cambio

El gran aprendizaje, tanto para el que lo vive como para el que quiere ayudar, es que en todo proceso de cambio, reto o crecimiento hay idas y venidas.

El sentir, es el que es en cada momento: dale la bienvenida, pues te habla de ti.

Observarlo y no dejarse atrapar por él, es una maestría.

Sostenerlo cuando alguien nos lo presenta, es otra maestría.

Negarlo es una locura que nos irá cargando la mochila del peso innecesario de las cosas no dichas, pensamientos no pensados y sensaciones no sentidas

y no dejarlo salir es una represión que cargará igualmente la mochila.

No ser capaces de transitar o acompañar un momento así nos habla de la incapacidad de la persona para comprender el proceso, de los deseos de sentirnos bien o hacer que las personas que queremos se sientan bien en todo momento, de sentirnos útiles en la ayuda a los demás.

Sin duda, son todo buenas intenciones que salen del corazón; pero como en la fábula de la mariposa, la mayoría de las veces, la mejor ayuda es sostenerlo… sin más… esperar pacientemente a que las alas tengan la suficiente fuerza para romper por sí mismas la crisálida que las anida y volar a los cielos soñados con total plenitud, seguridad y confianza en sí mismas.

Si no permitimos ese desarrollo, ese ir y venir emocional, esa expresión de las dudas, los miedos y las incertidumbres, si no damos lugar a reconocer esos sentimientos y emociones, estaremos rompiendo la crisálida antes de tiempo y la mariposa no llegará a volar por sí misma porque sus alas no tendrán la fuerza suficiente…

Cómo gestionar el cambio personal

… Pues lo mismo: observación, observación, observación y permisividad de todo cuanto ocurra… y continuar trabajando como si todo estuviera saliendo perfectamente, pues así es en realidad… la mariposa está cogiendo fuerzas para romper su crisálida y alcanzar las elevadas cimas del éxito.

Conocimiento del proceso.

Confianza en uno mismo.

Conexión con el sentir profundo.

Coherencia interna.

Unión del sentir individual con el sentir espiritual.

Unión con el Ser…

¡Feliz Proceso! … Todo está bien 🙂

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