El automatismo mental

Automatismo Mental

¿Te ha pasado alguna vez que te has ido a acostar y te has preguntado “¿me he cepillado los dientes?”?… o que has salido de casa y al llegar al portal has pensado “¿he cerrado con llave?”… Si tienes coche, seguro que te ha pasado más de una vez…

Podría poner un montón de ejemplos de estas pequeñas rutinas que hacemos cada día y que tenemos tan automatizadas que ni nos damos cuenta de que las estamos haciendo.

En este post vamos a hablar del automatismo mental, su función, ventajas, inconvenientes y cómo desactivarlos para recuperar el bienestar.

El inicio

La mente comenzó a funcionar en automático hace mucho tiempo… justo en el momento en que naciste… Ella solita ya tenía los recursos necesarios para abrirse paso en este mundo y mantenerte con vida hasta que tú pudieras valerte por ti mism@.

Instintivamente buscó el alimento para nutrirte, enfocó la mirada para percibir el mundo a través de tus ojos y aprendió a imitar lo que veía para integrarte en el nuevo entorno en el que te encontrabas. Al principio, en actividades tan básicas como sonreír o caminar.

¿Recuerdas cuando comenzaste a caminar?… ¿Cuántas veces crees que te caíste antes de andar solo?… ¿Alguien te dijo cómo tenías que hacerlo?… ¿Pensaste en algún momento en dejar de intentarlo?… Si te caías y te hacías daño, llorabas, y seguías. Si dabas dos o tres pasos seguidos, ponías cara de sorpresa y te reías…

¡Eras pura vivencia! Observabas, copiabas, ponías en acción… sentías, rectificabas, volvías a intentar… Así hasta que lo conseguías…

Después vinieron otras actividades, sociales, relacionales…: cómo comportarte, cómo pedir o no pedir las cosas, qué hacer con el llanto o la rabia…

Aprendiste a hacer todas estas cosas por imitación de tu entorno y tu mente las iba automatizando para que, cada vez que se diera un estímulo determinado, tu respuesta fuera siempre la misma: rápida, certera y la mejor para ti en ese momento… según las pautas que había en el lugar en el que estabas…

Ventajas del automatismo mental

Una vez aprendida la actividad, no tenías que pararte a pensar cómo caminar o cómo llevarte la comida a la boca cada vez que tenías hambre… o te tocaba comer…

Tampoco tenías que pararte a pensar si podías expresar tu enfado abiertamente, cada vez que aparecía, o tenías que comértelo con patatas sin rechistar… tu mente ya sabía qué hacer para que te sintieras aceptado y protegido por tu entorno.

Y tú, mientras tanto, podías prestar atención a otras cosas que estaban ocurriendo… podías seguir aprendiendo de los estímulos que aparecían… ¡Había tantas cosas que aprender y tenías tanto espacio en tu mente!… que solo querías aprender, absorber, absorber, absorber…

De esta manera, el automatismo mental se convirtió en tu gran aliado:

  • Te ahorraba energía,
  • te mantenía en condiciones de supervivencia y seguridad en el entorno en el que estabas,
  • y te permitía seguir aprendiendo.

Desde que naciste hasta la edad adulta, tu mente absorbió, aprendió y automatizó para que tú ahorraras energía, te mantuvieras con vida y te sintieras segur@.

Inconvenientes de los automatismos

A medida que vamos creciendo, comenzamos a sentirnos independientes y la vida deja de correr peligro.

A veces, llegamos a un punto en el que nos damos cuenta de que ya sabemos todo lo necesario para sentirnos seguros en nuestro entorno.

Tan seguros nos sentimos, que ya ni siquiera necesitamos que la mente esté presente mientras hacemos las cosas. Aquí es cuando empiezan a ocurrir esas «cosas raras» que no sabemos cómo pasan: llegar a un sitio sin saber cómo, echar la toalla sucia a la basura en lugar de meterla a la lavadora o llamar a un cliente cuando en realidad queríamos hablar con el jefe…

El automatismo mental es tan grande, que ni la propia mente necesita estar presente y, como ya «no necesitamos aprender más», comienza a pasear entre lo que tenemos que hacer después o se queda dando vueltas a algo que ha ocurrido recientemente…

Otras veces, la sensación de seguridad tarda en llegar… ¡tanto! que la mente continúa en su vertiginosa carrera sin fin que nos lleva a conseguir esto y después esto y después esto otro… pero nunca hay suficiente… siempre falta algo más para alcanzar la seguridad o la satisfacción…

En ambos casos, a la larga el resultado es el mismo:

De pronto, algo en nuestro interior cambia… sentimos inquietud… “algo no va bien», pero no sabemos qué pasa… Comienzan las contradicciones… hacemos lo mismo de siempre, pero las cosas que hasta ahora me habían funcionado, están dejando de funcionar…

Lo que antes era ahorro de energía, seguridad y bienestar, comienza a transformarse en sobrecarga, inquietud y malestar.

Seguimos haciendo las mismas cosas de siempre y de la misma manera, pero sin darnos cuenta, nuestro entorno y nuestras necesidades han ido cambiando.

Paradójicamente, aun cuando continuemos haciendo cosas, nos hemos estancado… hemos dejado de evolucionar porque

entre tanto automatismo mental, nos olvidamos de algo primordial: ¡de la vivencia!

… ya no lloro cuando me hago daño, ni pongo cara de sorpresa y me río cuando consigo algo… y eso ¡es vivir! ¡es sentir! ¡es Ser!… a cada instante… ¡¡¡¡¡¡Uaaaaooooohhhhhh!!!!!

¿Cómo recuperar el bienestar personal?

Darse cuenta y aceptar esto, es el primer paso:

  • «Ya no me siento bien»… o, simplemente, «No me siento bien«.
  • «No sé cómo he hecho esto o cómo he llegado hasta aquí».
  • «Se me ha pasado el día y no me he enterado».

Todo esto son pistas de que:

  • Estoy funcionando en automático.

Los pasos siguientes son:

Pero, claro, la mente lleva funcionando por su cuenta hasta ahora. Es lo único que sabe hacer… ¡ni siquiera sabe que puede hacer las cosas de otra manera! Así que, ahora comienza la gran aventura de reeducarlaun cambio que requiere entrenamiento, paciencia y calma

¡Buen Camino!

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