Cómo llevarse bien con todo el mundo
Se acerca la Navidad y con ella momentos de compartir con amigos, familia, seres queridos… y a veces no tan queridos…
Luces, comidas, regalos, encuentros y desencuentros que, de una manera u otra, no nos dejan indiferentes… A algunos horroriza, a otros enfada, a otros pone triste y a otros, como a mí, nos encanta.
A día de hoy ya he pasado unas cuantas Navidades y no todas ellas han sido felices y armoniosas. También ha habido alguna que otra marcada por los desencuentros y discusiones familiares y es que ¡esa bendita familia! que adoramos y nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos, de repente «se puede volver odiosa» y dar lugar a que aparezca nuestro terrible Mr. Hide.
Pero, claro, eso no nos ocurre solo a nosotros, sino que le ocurre a cada miembro de la familia… y no solo de nuestra familia natal, sino también a todas esas personas que se han ido uniendo a la misma: pareja, suegros, cuñados, tíos, sobrinos, etc.
Vamos, que o ponemos un poquito de “ganas” o se puede montar “la Marimorena” 🙂 🙂 🙂 … y como las ganas no siempre están disponibles, hoy te voy a dar dos claves que te ayudarán a llevarte bien, no solo con tu familia, sino con cualquier persona que te relaciones.
Accede directamente a lo que más te interese:
Primera clave: Comprensión
Para empezar, un poquito de Comprensión.
La persona que tienes delante de ti, no es tu enemiga. Es una persona como tú. Nació en una familia y, simplemente, tiene una historia diferente a la tuya… Aunque naciera en la misma familia, sus experiencias han sido distintas y, por tanto, su aprendizaje y su forma de pensar y de hacer las cosas puede ser diferente a la tuya.
Decía Einstein: “Todos somos muy ignorantes. Lo que pasa es que no todos ignoramos las mismas cosas”.
A mí me gusta darle la vuelta y decir:
Todos sabemos muchas cosas. Lo que pasa es que no todos sabemos las mismas cosas.
A menudo caemos en el error de pensar que lo que yo sé o es fácil para mí, también lo es para otro y esto no es así porque la vida del otro ha sido diferente a la mía. En su camino aprendió y desarrolló formas de hacer y pensar distintas a la mía. Ni mejor, ni peor. Simplemente, diferente.
¿Cuántas veces has oído de tus padres, tus jefes, etc. “esto se hace así”?
Recuerdo que una vez estaba de vacaciones con una amiga e íbamos a hacer tortilla de patata para cenar. Yo llevaba haciendo tortillas de patata desde bien pequeña porque era mi cena favorita y mi madre me enseñó a hacerla muy pronto. Conocía bien el ritual: se pelan las patatas, se lavan, se trocean en dados pequeñitos, se añade la sal y a la sartén…
Estando con esta amiga, cuando ya tenía todos los dados pequeñitos, veo que empieza a lavarlos y se le escurren del plato y allá que voy yo, rauda y veloz, a decirle “qué no, qué eso no se hace así. Las patatas se lavan al principio. Ves, se te han salido todas del plato….” “Bueno, me dijo ella, hay que tener un poco de cuidado, pero a mí me gusta lavarlas también cuando están troceadas porque así sueltan más el almidón, el aceite se mancha menos y la tortilla queda más ligera”… Me quedé pasmada y sin argumentos… y mucho más cuando comprobé que era cierto… Desde entonces, lavo las patatas después de trocearlas…
Es un ejemplo muy tonto, pero esto ocurre constantemente…
Nadie hace las cosas diferente a ti para fastidiarte. Las hacen, aparentemente, diferentes porque aprendieron a hacerlas de otra manera que a ellos les va bien.
Y digo ”aparentemente” porque en el fondo no es así. En el fondo,
todos hacemos las cosas lo mejor que sabemos y podemos en cada momento.
Práctica
Cuando veas que alguien hace algo diferente a como lo haces tú:
- Pregúntate por qué lo haces como lo haces.
- Pregúntale al otro por qué lo hace como lo hace.
- Valora si hay algo en el modo de hacer del otro que puedas incorporar a tu forma de hacer.
También puedes explicarle al otro cuál es tu manera de hacer y tu por qué… pero no te empeñes en que el otro aprenda algo.
Sí, ya sé que el otro también podría aprender de ti; pero tú sabes lo que puedes hacer tú, no lo que puede hacer el otro… Quizás, el otro todavía no sabe que puede aprender de ti o el apego a sus ideas todavía es tan fuerte que no le permite abrirse a ideas nuevas.
No lo sabemos… no sabemos cuál es su historia y cuáles son sus condicionantes inconscientes… Incluso es posible que ni él mismo lo sepa…
Piensa que todos queremos hacer las cosas bien y ser estupendos y fantásticos ¡para todo el mundo! Si piensas que hay alguien que no lo está haciendo, es porque todavía no sabe o no puede… o quizás tengas que revisar tus creencias sobre lo que está bien o mal…
Segunda clave: Responsabilidad
El otro gran foco de atención es la Responsabilidad.
A menudo hay cosas que hacen o dicen las personas que nos hacen enfadar, nos ponen tristes, etc. Todos estamos muy espabilados para decir: ¡Es que me ha puesto de una mala leche!… ¡Cambia de tema que eso me pone triste!… ¡Me pone histéric@ que hagas esto!…
Si te das cuenta, en todas estas expresiones, parece que el otro es el responsable de que yo me ponga triste, histérica o de mala leche…
Pues bien, te cuento un secreto, la única responsable de que esto ocurra, soy yo misma… y esto es aplicable a todo el mundo…
Si lo que hace el otro despierta una emoción en ti es porque hay algo en tu interior que te afecta y todavía no lo sabes o no lo tienes resuelto.
La actuación del otro te muestra y te recuerda los asuntos pendientes que tienes contigo mismo.
Por ejemplo: ese invitado de Navidad que se sienta en la mesa y no se levanta de la silla hasta que se va, mientras tú andas de aquí para allá, llevando y trayendo platos y perdiéndote las conversaciones y risas que se comparten en la mesa…
… y cada vez que le miras, ahí está, sentado, sin moverse ni preguntarte si necesitas ayuda… y tú cada vez más cargada… más cansada y más enfadada…
… o ese compañero de trabajo que siempre sale puntual, a las 18h, mientras tú todavía tienes un montón de cosas pendientes que quieres dejar terminadas antes de irte… un día y otro día y otro…
Probablemente, en ambos casos, tu enfado vaya en aumento hasta que llegue un momento que puedes gritarle a él o al vecino que te pregunta “¿qué tal estás?”… y allá que le sueltas todo tu cabreo…
Pues bien, tanto ese invitado como ese compañero de trabajo, te están mostrando cosas que tú necesitas y que todavía no tienes gestionada.
Eso que te hace enfadar tanto de la otra persona o que te pone triste tiene un mensaje para ti.
Si te preguntas por qué te enfadan esas situaciones quizás descubras que a ti también te gustaría quedarte sentada en la mesa o salir puntual del trabajo y lo que te provoca el enfado no es que ellos lo hagan sino que tú no lo estés haciendo. Si sigues investigando, quizás descubras que necesitas aprender a organizarte, poner límites, aprender a decir que no o pedir ayuda… y temes lo que eso pueda suponer…
Y ¿sabes qué?… hasta que no te pongas a investigar todo esto en ti mismo y le pongas solución, seguirás encontrándote personas y situaciones que te lo recordarán.
Así pues, en lugar de enfadarte con ellos,
agradéceles que te muestren aquello que no ves en ti.
Práctica
Si alguien hace algo que te molesta, te enfada, te pone triste, etc:
- Investiga por qué te molesta, te enfada o te pone triste:
- Revisa si te recuerda a alguna situación del pasado.
- Observa en qué otras situaciones se te produce la misma reacción.
- Mira a ver si te sientes obligado a hacer algo que en realidad no quieres hacer.
- Una vez detectada la causa, busca una solución. Pregúntate qué puedes hacer diferente o qué necesitarías para solucionarlo y, si no puedes hacerlo solo, piensa quién podría ayudarte.
- Agradece a la persona o situación que te ha mostrado esta parte de ti que no veías… No necesitas hacerlo verbalmente, si no te apetece… pero hazlo internamente… te sentará bien…
Conclusión
Si te das cuenta, hemos pasado de una visión en la que yo veo lo que me gusta de mí y lo que no me gusta del otro a una visión en la empiezo a ver lo que me gusta del otro, a través de la comprensión, y lo que no me gusta de mí, a través de la Responsabilidad.
De «lo bueno» mío y «lo malo» del otro a «lo bueno» del otro y «lo malo» mío.
Te aseguro que si pones esto en práctica, no solo te llevarás bien con todo el mundo, sino que además:
- pronto estarás entrenado en ver la Belleza de cuantos se cruzan en tu camino y
- tu grado de autoconocimiento y satisfacción contigo mism@ aumentarán considerablemente, ya que…
… ver lo que no nos gusta de nosotros mismos, es el primer paso para poder gestionarlo.
Al principio puede resultar un poco complicado, pero a medida que vayas practicando, se convertirá en un hábito que resulta muy gratificante y hasta divertido… Y si alguna situación se te atasca,
… y veremos qué podemos hacer.
Los dos ingredientes que te harán llevarte bien con todo el mundo son Comprensión y Responsabilidad.
¿Qué te parece? ¿Te atreves a probar? 🙂
Hola!! Melania una vez más gracias. Este post es un regalo, me ha gustado mucho. Que simple y que difícil a la vez. Pero es que al final somos nosotros, todo está en nuestro interior.
😉
Feliz navidad. Cuando empiezas a ser consciente ( cuando haces pop 😉 … no puedes parar…
un beso de amor
Genial y muy práctico para las fechas
Que genialidad!!!. la vida es más fácil cuando me acompañas.te quiero hermana.feliz Navidad😘