Cómo gestionar el dolor
El dolor es algo que forma parte de la vida. Todos, en un momento u otro, hemos experimentado y seguiremos experimentando dolor: una caída, un golpe, un accidente… pero también una enfermedad, una separación o la muerte de un ser querido… Todas estas cosas forman parte de la vida, están ahí… y cuando ocurren, nos duelen.
En este post te cuento algunos aspectos básicos sobre el dolor. También enlazo con alguna técnica que a mí me resulta muy eficaz para paliar sus efectos e incluso eliminarlo.
Comenzamos por una breve y sencilla definición:
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¿Qué es el dolor?
El dolor es una sensación más o menos intensa, molesta o desagradable que se siente en el cuerpo.
¿Cómo es el dolor?
A veces es solo dolor físico en alguna parte concreta del cuerpo, en varias zonas a la vez o en todo el cuerpo de forma generalizada. También puede ser un dolor interno o un dolor externo. Es el tipo de dolor que se produce, en general, en las lesiones o enfermedades.
Otras veces se produce también un dolor emocional derivado de un sentimiento intenso de tristeza, pena, lástima, etc. Al ser un dolor emocional, es más subjetivo, pero no por ello menos intenso. Este dolor emocional, también va acompañado de un reflejo físico. Es decir, también puede sentirse en el cuerpo, aunque quizás no exactamente como dolor, sino como sensación incómoda, de ahogo, de compresión, etc.
Además, el dolor puede ser temporal o, utilizando el término correcto, agudo y crónico.
El dolor agudo es el que aparece ante un daño o enfermedad y dura mientras existe este daño. Es como un avisador de que hay algo mal en el cuerpo.
El dolor crónico, sin embargo, persiste aunque la causa del daño ya haya desaparecido. Es el caso de las migrañas o lumbalgias, que aparecen en distintos períodos sin que haya causa aparente. También el caso de la fibromialgia, en el que hay un dolor prácticamente continuo por todo el cuerpo sin que haya causa concreta que lo provoque.
En los dolores crónicos, el dolor no tiene esa función de “avisador”. Su tratamiento resulta difícil por esa ausencia concreta de causa. De hecho, suelen provocar males mayores porque, a medida que pasa el tiempo, la persona se inquieta, se desespera, se enfada,… y, a menudo, entra en estados depresivos.
¿Dónde se genera el dolor?
Tanto el dolor físico, como el dolor emocional se generan en el cerebro y la intensidad con la que se siente depende mucho de la valoración que el cerebro haga sobre la situación generadora de dolor.
Sí, sí… has leído bien…
El dolor se genera ¡en el cerebro!
A lo largo del cuerpo tenemos distribuidos una serie de receptores, denominados nociceptores. Su función es detectar las variaciones físicas, térmicas y químicas que pueden destruir el tejido… el cuerpo. Cuando se produce una de estas variaciones, es como si saltara una alarma que inmediatamente llega al cerebro. En este momento, el cerebro realiza una valoración de lo que ha ocurrido y envía la orden de dolor a la zona del cuerpo afectada.
Es decir, es el cerebro el que, ante una situación que para él representa “peligro” o “amenaza” de lesión, genera dolor en la zona afectada.
Como además, sabemos que el cerebro está condicionado por las experiencias pasadas, este es el motivo por el que, ante un mismo estímulo o golpe, hay personas que perciben un dolor muy intenso y otras que apenas aprecian el dolor.
Cada persona experimenta el dolor de diferente manera, ante unos estímulos diferentes y tiene diferente grado de tolerancia al dolor.
Experiencia Personal con el dolor
Como te conté en mi trayectoria, a los 30 años me diagnosticaron fibromialgia y pasé por un período de 8 años de degeneración física en los que conviví diariamente con el dolor.
Al principio empecé padeciendo alguna tendinitis en muñecas y rodillas. Lo solucionaba yendo al traumatólogo, tomando los medicamentos que me recetaba y haciendo el debido reposo y rehabilitación hasta recuperar la zona… Ah, y si el dolor era muy grande, siempre podía tomar otro medicamento “para que no me doliera”.
Después empezaron a aparecer dolores intensos en distintas zonas del cuerpo sin ninguna causa aparente que les produjera: omóplatos, caderas, codos, hombros… Inicialmente aparecían de forma secuencial. Es decir, hoy me dolía aquí, mañana allá… pero, a medida que avanzaba el tiempo, los dolores se acumulaban. En el mismo día podía sentir tantos puntos de dolor que parecía que mi cuerpo estaba lleno de piedras puntiagudas.
Después de muchos traumatólogos, rehabilitaciones, pastillas, masajes y todo lo que caía en mi mano para paliar el dolor,
el remedio que puso fin a todo esto fue la “Atención”:
Atención al cuerpo a través de la técnica Exploración Corporal y Atención Sostenida a los Puntos de Dolor.
En mi caso se produjo un verdadero punto de inflexión. En pocas semanas utilizando estas técnicas, pasé de un período altamente degenerativo, a un proceso generativo en el que cada día fui encontrándome mejor. Dejé de necesitar tratamientos y medicamentos, dejé de lesionarme, los puntos de dolor fueron desapareciendo paulatinamente y aquéllos que quedaron se debilitaron y dejaron de tener presencia continua.
Cierto es que, durante esos 8 años en que la fibromialgia apareció y avanzó despiadadamente, comencé a practicar yoga de forma regular. Esto supuso que, de alguna manera, yo ya empezara a desarrollar la conciencia corporal. No sé la influencia que esto pudo tener en mi recuperación, aunque mi intuición me dice que no fue un camino recorrido en vano.
Aún así, fue un proceso largo y duradero. Cada día tenía que dedicar un tiempo a prestar atención a mi cuerpo. Sin embargo, después de cada sesión me sentía tan bien y los beneficios comenzaron a notarse tan pronto que resultó bastante fácil y muy placentero incorporar esta práctica en mi vida cotidiana.
Actualmente no sé si tengo fibromialgia o no… no volví a pedir un diagnóstico… Lo que sé es que puedo llevar una vida activa, con ganas de hacer cosas y energía para hacerlas. Mi cuerpo está ágil, fuerte y flexible… y además se ha convertido en un gran guía para mí.
Eso sí, sé que la atención al cuerpo y sus señales es tan vital para mí como pueda serlo el comer… puedo permitirme hacer alguna dieta de vez en cuando, pero si la alargo más allá de unas pocas semanas, mi cuerpo comenzará a manifestar burbujas de dolor reclamando su espacio de atención.
Un mensaje de ánimo
… Realmente es muy duro levantarse cada día, querer hacer cosas y sentir que no puedes porque todo tu cuerpo es un dolor enorme… un día y otro día y otro día…
Aprovecho para enviar desde aquí un abrazo fuerte a todas las personas que padecen dolores crónicos. Sois muy valientes… Ojalá estas técnicas puedan ayudaros tanto como me ayudaron a mí.
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